domingo, 29 de septiembre de 2013

La balanza está mal calibrada...


A lo largo de la civilización, ha habido siempre diferencias de opinión entre las personas. Desde que el hombre cavernícola discutía con su pareja sobre cómo decorarían la cueva, o diferencias territoriales que han provocado la división del mundo a como la conocemos ahora, e inclusive diferencias más trascendentales e importantes como por ejemplo: ser divina o popular.

Es relativo.

Cada persona tiene su propia configuración y eso le hace ver el mundo a su manera. Pero cada cierto tiempo (o sea todos los días), llega alguien tratando de imponer su opinión, haciéndola valer como la correcta, como la moral, como la que significa mandato divino para todos los y las animalitos de la creación.

Al suave...

En el debate sobre la figura de la mediación en la ley 779, existen sólidos argumentos que explican que la ley, como ley, tiene grietas que podrían ser utilizadas con intenciones ajenas a la lucha contra la violencia… así como existen argumentos bastante convincentes de que la situación de violencia hacia la mujer, a como está, requiere de medidas drásticas y severas. Ambas son opiniones que llevan a conclusiones opuestas sobre la ley.

Bueno, ¿Y a quién le hago caso, pues?

Desde niños, la gran mayoría de los hombres miramos a nuestras madres como un ser inmaculado e intocable. Las ponemos en un altar y las mantenemos ahí. En algunos casos durante toda la vida. Pero a la hora de mirar a una joven con curvas, la miramos como un objeto de placer, de juego y de lujuria. O sea, la ponemos en un altar un poco diferente, tiene menos flores y más tubos donde encaramarse.

Esta diferencia de opinión basada en quién es la persona suena lógica, no? Si vemos a un indigente en la calle muriéndose de hambre, chasqueamos un poco los dientes, ponemos carita triste y seguimos nuestro camino. Pero si miramos a un familiar enfermo, o pasando por un momento difícil, se nos hace pedazos el corazón. Y casi siempre haremos lo posible por ayudarle. Ya no digamos si lo vemos muriéndose de hambre. Pero si fuese un desconocido, no nos conmovemos para nada.

No, lo siento, pero no todos los indigentes se ven así.

A la hora de opinar sobre lo que es correcto para las personas, cambiamos nuestra configuración según la persona específica que es, no según su condición de ser persona. O sea, que en muchas ocasiones, los peligros y las injusticias no existen hasta que tocan las puertas de nuestras casas, o hasta que llegan a personas que nos importan. La opinión de muchos cambia cuando han vivido, o conocen a alguien que ha vivido abuso. Y hay que recordar que 1 de cada 4 mujeres a nuestro alrededor, incluyendo a nuestras madres y hermanas, lo han vivido.
 
¿Mujeres que le pegan a su pareja? Claro que existen!!! Pero son una escasa minoría en comparación a las mujeres que sufren abuso de todo tipo. Y es injusto e ilógico dejar de defender a un 95% de las víctimas, para atacar al 5% de las victimarias. Cuando la balanza está muy hacia un lado, para nivelarla, hay que poner más peso del otro. 

Además, los argumentos religiosos o sociales sobre defender la familia son absurdos. Familia es un término ambiguo y lleno de variaciones. No todas las familias, además, siguen la misma religión. Y defender una familia no significa defender la institución de una familia, sino a todos y cada uno de sus miembros. Incluyendo, claro está, a la mujer.

Hagamos que esta sea una causa por la mujer y no por la familia. Pues la opinión de qué es una familia será diferente de persona a persona, pero la mujer es y será siempre mujer. Es mejor una ley que sea extremadamente estricta contra un agresor, que una ley que sea extremadamente indiferente contra el agredido. Es como que eliminemos la ley de paternidad responsable, porque atenta contra la figura del padre y cualquier niño podría usarla para aprovecharse del dinero de su padre. La práctica y la experiencia nos ha enseñado que eso no será así, al menos en la gran mayoría de los casos. Así como existirán casos de mujeres que se aprovechen de la Ley 779, pero en muy escasas ocasiones, y muy pocas en comparación con la cantidad de casos de violencia que se podrán solucionar y sobretodo, evitar.

Podemos opinar diferente y les invito a estar muy en desacuerdo conmigo, pero una cosa es cierta: A veces para defenderse hay que contraatacar, ya que el enemigo no siempre conoce el significado de mediación. Ni siquiera conoce el significado de ser hombre, pues no actúa como tal.
 
El amor no tiene porqué doler.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Un mes sin mi cerveza Toña...

 
Todos tenemos un amor especial hacia aquello que nos hace felices. Para algunos es su plato preferido, su película favorita, su posición sexual menos asquerosa. 

Por eso, es mejor a veces apagar la luz...

Pero para otros, la felicidad está en cosas más sutiles. Como por ejemplo poder incinerar hormigas usando una lupa, explotar las bolitas de aire de los empaques... o la cerveza. Esa fría y tentadora bebida que por alguna razón, sabe a una espumosa amargura, pero refresca y nos hace olvidarnos de lo feos y aburridos que somos, pero sobretodo, de lo fea y aburrida que es la demás gente.

Esto fue escrito el 16 de Septiembre del 2013, en conmemoración al primer día que se me ocurrió la genial idea de dejar la cerveza por un mes, solo para ver si me baja la panza y me engorda la billetera.

Si tienen alguna crítica, por favor, escríbanla primero en Word y después cierren el documento sin guardar cambios. Gracias.

Atte.
La gerencia.



UN MES SIN MI TOÑA
Por @Zambranitis

Antonia mía, divino tesoro.
Te vas, para en un mes volver.
Cuando quiero tomarte te tomo,
y a veces te tomo sin querer.
Yo seré tímido como un emo,
vos, naturalmente serás,
mi lubricante social extremo,
  por eso en 30 días volverás.

Un mes, mi querida rubia.
Mi musa de la noche,
Mi Antonieta de las nieves.
Será un mes sin verte,
sin tocarte, sin pagarte con IVA.
Usaremos la distancia
para tentarnos uno al otro,
y babearnos al pensarnos.
Usaremos este tiempo
para recordar nuestros encuentros,
los desencuentros y demás.
Seremos dos extraños
que alguna vez se saludaron.
Viajaremos en vuelos distintos
pero siempre por el mismo cielo
y con el mismo combustible.

Será un mes de amarguras y silencios.
Pero si el destino nos ha unido antes,
y nos ha separado para unirnos otra vez,
seremos entonces vos y yo los primeros
en dar un pie adelante y aventurarnos.
En esta locura de estar uno sin el otro,
pero seguros de que uno no es el uno
sin que el otro sea otro con el uno,
siendo uno el que el otro ve como uno
siendo otro cuando somos uno para el otro.

Ah, ¿Ves como todo cobra sentido
si es entre vos y yo?
Ahora dejemos que mi gigantesca barriga
se reduzca algunos milímetros.
Y que tus dulces calorías
no se parqueen en mi rostro
inflándolo como chimbomba.
Y que al salir a la calle, la jodida cuenta
sea por cantidad, más que por calidad.

30 largos y eternos días.
Sé que aguantaremos la tentación.
Pero con vos, mi bella Antonia,
somos ambos víctimas del deseo...
con vos no tengo fuerza, resistencia o voluntad.

Sé fuerte, Antonia mía...
Que está vacío el bar
y el viento lleva escencia sutil de pinesol.
Volveré a tus brazos en un mes.
Y cuando vuelva a salir el sol
guarda niña, un pensamiento,
para aquél tipo con panza de lagarto,
que alguna vez
te quiso lanzar el cuento.